Érase una vez vez un niño llamado Manolín que tenía tan solo cinco añitos, él vivía en el centro de Madriid con su papá y su mamá, Teo y Mariola.
Manolín durante toda la vida ha sido hijo único y ahora iba a tener un hermanito/a y sus padres no sabían cómo explicarselo porque el pequeño de la casa era muy celoso.
A Teo se le ocurrió pasar el día en el zoo y hacerle ver a Manolín que no sólo las personas forman una familia, también los animales.
Ese mismo día llegaron al zoológico y comenzaron a ver las diferentes partes del parque. Primero los animales terrestres, luego los animales acuáticos y por último los de aire.
Manolín se daba cuenta de que no era malo tener hermanos; al contrario, podía jugar con ellos y así no se aburriría ya que cuando sus padres tenían cosas que hacer tenía que divertirse solo.
todos les encantó el grupo de los monos porque eran muy alegres, juguetones y hacían demasiados gestos, también los delfines porque a pesar de ser un grupo numeroso jugaban con las personas. Al salir del zoo y terminar su excursión, encontraron una tienda de mascotas y decidieron comparle una a Manolín para que tuviese la responsabilidad de cuidarla y así luego pudiese cuidar a su hermanito, a parte de que sería su animal de compañía.
Ahora, Ronnie, que es como llamarán al perrito sería un nuevo integrante en casa. Así, Manolín entendió que no es malo ser muchos en casa y colorín, colorado este cuento se ha acabado.
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